sábado, 18 de diciembre de 2010

Miss Caffeina es un mundo de color

Miguel Martorell


Pese a la inevitable etiqueta pop que hay que colgarle a este quinteto, porque lo suyo no deja de ser música para todos los públicos, de momento les respetaremos el honorable apelativo indie, a la espera de lo que hagan en su segundo álbum.




Miss Caffeina.

Pretendemos marcar un antes y un después al dignificar un producto mainstream, tan digno de la etiqueta pop como algún que otro cansino que se pasea por ahí. Ahora bien, lejos de nuestra intención la de marcar un precedente. Lo nuestro es darle caña al mono.


En el caso de los chicos de Miss Caffeina puede que se trate sólo de que les hemos cogido cariño, si es que podemos tener de eso, o que han conseguido convencernos con las cuatro maquetas que han estado machacando en todas las salas que les han dejado.

Su primer disco, Imposibilidad del fenómeno, es precisamente una especie de conjunción de todo lo bueno que han aprendido en los últimos años a base de trabajo. De ahí que se hayan quedado con algunos de los mejores temas de su anterior maqueta.

Lo mejor de estos chicos es que se acercan al indie tanto como lo hacen al pop y, al mismo tiempo, se alejan de ambos. De los indies más ortodoxos porque sus melodías son accesibles, nada pretenciosas y sin alardes de grandeza. De los poperos más chorras por su capacidad para eludir las letras simplonas y los estribillos fáciles y repetitivos.

El álbum abre con el single, Capitán, todo un alarde de sofisticación rock que marca un punto distintivo respecto al resto del álbum, mucho más colorido que la canción que lo presenta. Se precipitan luego Ley de imposibilidad del fenómeno y Cabaret, dos temas directos y movidos que quedan rotos por N=3, quizá una de las más flojas del disco.

Mecánica espiral es uno de los temas más potentes de todo el álbum, carne de radio, igual que La guerra, entre las que se interpone una Mi rutina preferida, romántica y demasiado edulcorada para nuestro gusto, pero aceptable.

Lisboa es otra de las que flojean, mientras que Ley de gravitación universal y N=1, pese a ser completamente distintas la una de la otra -una movida y la otra un medio tiempo- son de las que hacen que el disco valga la pena, particularmente la segunda. Perfecto, la que cierra el disco la encontramos prescindible.

Alguien dijo en una ocasión que serían los próximos Pereza. Arriesgada afirmación si tenemos en cuenta que el dúo madrile llena pabellones de 15.000 personas sin despeinarse. Aún así, habrá que prestarles atención a estos chicos ahora que están en las listas de la MTV. Lo que hagan servirá para encumbrarles o crucificarles. Ellos verán.

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