Sin más introducción que algún guiño cómplice al publico por parte de los Caffeina, sonaron los primeros acordes de “Ley de gravitación universal”. Asklepios empezó a saltar. Alberto estaba cantando y todos estábamos eufóricos. Sin tiempo para reponernos del subidón, las guitarras de Sergio y Álvaro, el bajo de Tonino y la batería de Román, empezaban a sonar a “Imposibilidad del fenómeno”. Otra oleada de gritos recibía con agrado la canción que da nombre a su primer disco.
Tras una presentación y una tímida bienvenida nos regalaron el directo de “N=3”. La sala aguantaba en silencio mientras Alberto, con su voz, recitaba casi en voz baja esta canción. Al finalizar, una lluvia de aplausos y gritos terminó de llenar un abarrotado Asklepios. De seguido se arrancaron con “Cabaret” y el público coreó a la par las primeras estrofas.
A “Cabaret” le siguió un parón nostálgico, que creaba ese ambiente especial, para presentarnos uno de los primeros temas del grupo, y antes de que Alberto terminara de hablar la gente ya estaba gritando “Golosinas”. Cuando quisieron empezar a tocarla, unos ruidos que sonaban a todo menos al tema, se escapaban de los amplificadores. Había problemas con la acústica.
Tras unos segundos de tensión, los Caffeina se arrancaron a tocar la siguiente canción, con una rapidez que impidió que la magia del momento se perdiera. La atmosfera nostálgica de “Golosinas” estalló con los primeros acordes de “La guerra”, y toda la sala coreó al unísono “me duele al respirar”.
Sin tiempo para coger aire empezó a sonar un tema sideral. Los fieles seguidores se miraban unos a otros pensando a la vez, “Píldoras”. Y el resto de la canción fue un regalo inesperado para todo el público.
Al terminar, agarraron el micrófono para pedirnos perdón por los problemas con “Golosinas”, y nos lo compensaron de la mejor manera posible… haciéndola sonar como si nunca antes la hubiéramos escuchado en un concierto. Fue un momento especial y de máxima complicidad con ellos.
Un minuto de silencio y sonó “N=1”… y todo el mundo se quedó quieto, escuchando y sintiendo.
El siguiente tema fue una sorpresa inesperada. Rescataron “La Misión”, de su segundo EP “Carrusel”, y dieron en el clavo.
De seguido sonó “Lisboa” y fue un momento precioso. Un directo impecable. Alberto estaba desempeñando su papel de una manera increíble y el resto de los chicos no se quedaron atrás. El estribillo de esta pedazo de canción fue coreado por toda la sala y ellos nos convirtieron en solistas por un momento.
Tras bucear en su último EP “Magnética”, y tocar “3.000” y “Otoño y Mariposas”, nos amenazaron con una despedida y nos dieron un camión de gracias. Entre los ya consabidos gritos de “Otra, otra”, Miss Caffeina bajó del escenario. La gente pedía más y ellos, conscientes de esa necesidad, no tardaron ni cinco minutos en volver a las tablas.
Nuestras impacientes voces se vieron apagadas por el brutal sonido de “Capitán”, su primer single.
El público ya sabía lo que seguía. Lo sabían por instinto y estaban impacientes, pero los acordes que empezaron a sonar no se parecían en nada a “Mecánica Espiral”. Tras unos segundos de incertidumbre y las caras divertidas de los Caffeina, todos caímos en la cuenta de que se trataba de una versión de “Music”, de La Reina del Pop, Madonna. Sorpresa mayúscula y versión más que aceptable y recomendable de Miss Caffeina.
Y si, lo siguiente fue “Mecánica Espiral”. Retumbaron en Asklepios, las guitarras, la batería, la voz de Alberto y las nuestras. Fue un momento de compenetración abrumador. Estábamos todos allí, juntos, con Miss Caffeina, cantando uno de los mejores temas de todos sus EPs y de su disco.
A estas alturas del concierto apenas nos quedaba voz, pero si energía para cerrarlo con la canción más bonita del disco. “Mi rutina preferida” sonó al final. La firma de un concierto increíblemente magnético. Nos despedimos los unos de los otros y acabamos coreando las silabas finales del tema con ellos, en un completo y mágico silencio musical.
Ya cansados se agarraron los unos a los otros y, como los grandes artistas que son, nos saludaron y agradecieron con sonrisas nuestra asistencia. De esta forma se despedían de su entregado público Vallisoletano.
La sala se fue vaciando y al poco tiempo, los Caffeina salieron de la cómoda sala VIP para firmar discos, hacerse fotos y charlar con los fans que se quedaron allí esperándoles. Este tipo de gestos son los que les convierten en un grupo entregado y agradecido a su público, y nosotros estamos encantados de esta cercanía, porque nos hace sentir parte del fenómeno Miss Caffeina.
Se acaban de ir y ya estamos deseando que vuelvan. Todos confiamos en que Valladolid será una de las primeras capitales de provincia que recibirá a Miss Caffeina en la gira de su próximo disco.
Para ir pasando el mono, no tenéis más que darle vueltas y vueltas al disco a la espera de que el próximo llegue a nuestra ciudad.
Clara Ortiz.